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Pasear por París con La sonrisa de las mujeres

Pero es muy corto el tiempo de las cerezas,

pendientes de coral que se cortan soñando…

Le temps des cerises

Hay libros que cuando los estás leyendo tienes la sensación de estar viendo una de esas películas dulzonas diseñadas para una tarde de primavera que se completa con una cena en la que no falta una copa de vino, la música y una buena conversación con deseos y promesas de viajes. Esa es la sensación que produce  la novela La sonrisa de las mujeres, un libro que me atrapó por el diseño de su cubierta, todo un cóctel encaminado a provocarte las ganas de viajar: el restaurante que homenajea con un toque romántico a la izquierda francesa, las calles de la ciudad del amor, un libro como hilo conductor, pinceladas de gastronomía francesa, encuentros en restaurantes, cafés y librerías, un equívoco amoroso, la música y un abrigo rojo…

Es una novela para pasear y oir París. Tal vez las guías turísticas dejen de ser material de lectura para convertirse en prácticas aplicaciones móviles y busquemos para leer las ciudades lo que yo me atrevería a denominar novelas turísticas, en una nostálgica vuelta a la literatura de viajes.

Pasear por París y gozar de sus brasseríes y restaurantes fácilmente identificables como la Brasserie Lipp donde la editorial celebra la fiesta de Navidad, Le BelierLe Procope, el primer café de París en el que se reunían literatos y filósofos como Voltaire, Rousseau, Balzac, Victor Hugo y Anatole France o La brasserie del Hotel Lutetia, típica cervecería parisina que hoy es punto de encuentro de los residentes de la rive gauche, no exenta de un pasado oscuro porque sirvió de cuartel general a Hitler. Mención especial recibe La Coupole, la joya del Art Déco en Montparnasse en la que Etore Scola rodó Le Bal, una curiosa película que narra la historia de Europa sin moverse del salón de baile.

Citas en cafés para tertulias interminables como La Palette o Les deux Magots, un café de 1885, referente de la vida cultural parisina, por el que han pasado artistas como Paul Verlaine, Rimbaud, Stéphane Mallarmé, Elsa Triolet, André Gide, Jean Giraudoux, Picasso, Fernand Léger, Jacques Prévert, Hemingway, Sartre, Simone de Beauvoir o Ernesto Sabato.

Si el hilo argumental se desarrolla en torno a un libro y al negocio editorial no pueden faltar las librerías como Le Capricorne o Assouline donde el protagonista compra sus libros favoritos de fotografía. Esta guía, que es nuestra novela, se completa con un guiño al turismo de compras por lo que muy sutilmente los personajes se cuelan en los grandes almacenes Le Bon Marché, la tienda de accesorios Harem o la pequeña tienda de joyas de la diseñadora israelí Michal Negrin.

El toque gastronómico lo ofrece el menu d’amour que la protagonista elabora para enamorar al comensal o el famoso curry d’agneau de La Coupole una receta de 1927 que nos lleva desde París a la India.

Una novela para pasear y oir París, sí, porque desde sus primeras páginas este libro tiene su propia banda sonora que os invito a recorrer conmigo. El nombre del restaurante propiedad de la protagonista es Le temps des cerises, el título de una canción cuya historia se remonta a 1866. Esta canción de amor escrita por Jean Baptiste Clément  mientras luchaba en las trincheras defendiendo la Comuna de París y que luego dedicó a la enfermera que murió a manos de la policía se covirtió en el himno de los obreros y los comunards.

 La música está latente en los locales de Saint-Germain-des-Press, uno de los barrios más destacados de la vida intelectual parisina, donde el existencialismo compartía mesa con el jazz. Música que nos acerca al estado de ánimo de los protagonistas: Anne Sylvestre con Chanson de toute seule expresa el abandono, La Fée Clochette de Polo, nos habla de hadas que se ven a través de vasos de whisky, Fibre de verre de Paris Combo, acompaña los momentos de inspiración del novelista, Un jour comme un autre de Brigitte Bardot ilustra la soledad de la amante abandonada, On n’a pas besoin de Paris Combo, nos recuerda que no siempre hay que buscar lejos porque se encuentra cerca lo que estamos buscando y La mer opale de Coralie Clément, evoca los ojos verdes de Aurélie.

Mientras que Georges Brassens con Je m’suis fait tout petit suena para retratar a un hombre domado y rendido ante el menu d’amour.

Pero el libro no acaba en sus páginas sino que se hace cómplice con el lector a través de una página web y las redes sociales. Si habéis llegado hasta aquí, después de este apresurado recorrido por la Ciudad de la Luz, quizás os interese saber qué historia nos cuenta, porque a este libro que es una película no podía faltarle un trailer. Y ahora decidme ¿No os apetece viajar a París?

2 respuestas

  1. He sentido lo mismo con este libro!!!Hacía tiempo que no disfrutaba tanto de una historia ni de su narración…se me ha quedado corto!!!Además, he aprendido muchísimas más cosas de las que creía de París. Incluso hay dos restaurantes que reciben el nombre del de Aurélie. Estoy deseando volver!!!!

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