La información en una etiqueta de leche

Estamos tan acostumbrados al lenguaje del consumo, que no somos conscientes de la información que nos aporta el envoltorio de un producto comercial. Sólo hay que encontrar un hallazgo casual en el cajón olvidado de nuestra casa, para que se despierte nuestra curiosidad. Pongamos por caso, que un día cualquiera descubrimos algo tan corriente como la etiqueta de una lata de leche condensada y comenzamos a hacernos preguntas. ¿Qué hace esto aquí?. ¿Desde cuándo se conserva?. ¿Quién decidió conservarlo?. ¿Ha sido la dejadez o la voluntad de enviar un mensaje a los familiares futuros?. ¿Tenía vocación de coleccionista o simplemente olvidó tirar algo tan nimio?… Y el tiempo añadió los ingredientes justos para que un día nosotros “leyéramos” la información que contiene y aprendiéramos algo más de la época que lo produjo. Comencemos a leer:


La etiqueta presenta el producto de una marca suiza, preparada en España. Incluye, las dosis necesarias para bebés desde la primera semana de vida y recomendaciones higiénicas durante la preparación, que nos hablan de la sociedad a la que va dirigido el producto, y que hoy resultan, cuanto menos llamativas: “con una cuchara limpia se sacará la leche del bote y protéjase éste después contra el polvo y las moscas…”. Una nota en rojo, nos llama la atención sobre el dorso del envoltorio y que va a responder a las preguntas que nos hacíamos:

La Sociedad Nestlé, en una estrategia publicitaria, promete la distribución, entre los consumidores, de dos millones de pesetas en regalos que podrán obtenerse mediante los bonos que aparecerán en todos sus productos. Y da un plazo de entrega: 31 de diciembre de 1935. Da vértigo pensar en el tiempo que ha pasado desde que alguien decidió guardar ese envoltorio. Los “lectores” vamos con ventaja, sabemos todo lo que estaba a punto de suceder apenas unos meses después.

Este producto, que se vendía como leche lacteada en las farmacias desde 1878, comienza a elaborarse como leche condensada en 1910. Su principal valor era la posibilidad de distribución en zonas donde no llegaba la leche fresca. Gracias a sus propiedades nutritivas, los médicos la recomendaban para la alimentación de los niños, hasta convertir a los bebés sanos en personajes emblemáticos de la empresa. Este aspecto, tendrá su reflejo en una amplia documentación publicitaria, que Nestlé encargó a los mejores artistas gráficos de la época, en la que los carteles, recortables, álbumes,  almanaques, folletos y placas metálicas para adornar las tiendas, tienen hoy un importante valor testimonial, artístico y emotivo. Este envase, dejó de fabricarse al año siguiente del final de la promoción, porque con la llegada de la Guerra Civil, la subida de los precios imponía vender cada bote por una peseta, lo que representaba una barrera psicológica. Por ello, la empresa decidió reducir el tamaño del envase, que a partir de entonces contendría trece onzas, en lugar de las catorce que correspondían al estándar internacional.

Han pasado los años y esta empresa, que Henri Nestlé “bautizó” con su propio apellido, que significa “pequeño nido”  como símbolo de  atención, calor y alimentación, se ha convertido en un gigante de la industria alimentaria.  Se ha ido adaptando a las épocas de escasez, a la llegada de la televisión, a la incorporación de la mujer en el mercado laboral, a los precocinados, a la preocupación por la línea y a los imprescindibles desnatados.

… Y todo esto sale de la curiosidad que provoca una simple etiqueta. Seguramente, la información sería más rica si tuviéramos la posibilidad de hablar con la persona que decidió guardarla, y que nos contaría la intrahistoria” de esta historia comercial. Si buscamos en nuestra propia memoria, seguramente encontraremos un trocito de nuestra infancia mezclada con el sabor dulzón y espeso de la leche condensada tomada a cucharadas.  Por algo la publicidad de las marcas principales de un país comienza a venderse en las tiendas de souvenir.

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Carne para el mail

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¿Entiendes las líneas que preceden?. ¿Tampoco conoces a Juanita Richardson, Bianca o Peter Maldonado? Al menos te serán familiares, salvo que no seas usuario habitual del correo electrónico, esa fantástica herramienta de la sociedad de la información que nos permite comunicarnos de forma rápida y ágil con el mundo entero; claro está, el mundo entero que tiene correo electrónico. Pero, ¿qué sería de esta sociedad sin los pícaros, esos que nos venden la moto sin ruedas y nos anuncian fantásticas loterías que hemos ganado sin haber comprado el boleto…? Lo cierto es que pasamos un tiempo considerable de nuestra jornada laboral, borrando interminables listas de mensajes con asuntos ininteligibles, previa lectura tartamudeante, para comprobar que no se trata de esa revista turca a la que estamos suscritos y que nuestros usuarios están esperando ansiosamente. Sí, hablamos del spam.

El SPAM, este pequeño acrónimo de origen comercial, nos está robando el tiempo. No hay mejor publicidad que inyectar tu marca en la cotidianeidad. El término procede de la empresa charcutera estadounidense Hormel Foods, que lanzó en 1937 una carne en lata llamada originalmente Hormel’s Spiced Ham y después abreviada como SPAM. El Spam alimentó a los soldados soviéticos y británicos en la Segunda Guerra Mundial, y desde 1957 fue comercializado en todo el mundo.

Los Monty Pyithon, en un famoso sketch de 1970, empezaron a hacer burla de la carne en lata, mediante la representación de un grupo de hambrientos vikingos atendidos por camareras que les ofrecían «huevo y panceta; huevo, salchichas y panceta; huevo y spam; huevo, panceta, salchichas y spam; spam, panceta, salchichas y spam; spam, huevo, spam, spam, panceta y spam; salchichas, spam, spam, panceta, spam, tomate y spam, …». La escena acababa con los vikingos cantando a coro «Spam, spam, spam, spam. ¡Rico spam! ¡Maravilloso spam! Spam, spa-a-a-a-a-am, spa-a-a-a-a-a-am, spam. ¡Rico spam! ¡Rico spam! ¡Rico spam! ¡Rico spam! ¡Rico spam! Spam, spam, spam, spam».

 

Esta repetición continua de la palabra spam, se trasladó metafóricamente, al correo electrónico no solicitado que perturba la comunicación normal en Internet. La mayor parte de los mensajes (más del 40%) proceden de Estados Unidos, seguido por Corea del Sur (15%) y China (12%). Se han diseñado distintos métodos para acabar con esta plaga, pero de momento, son poco eficaces, tendremos que seguir borrando a diario.

Mientras que nos debatimos en esta lucha, comienzan los arrepentimientos documentales: ¿y si estamos destruyendo documentos testimoniales de nuestra era?. ¿Cómo van a entender nuestros nietos, las luchas, inquietudes de nuestra sociedad…?. Esto es lo que ha debido pensar la British Library, cuando incluyó el SPAM como una categoría más, en el Email Britain Book, un archivo nacional de correos electrónicos que presentó en 2007. Me temo que los sufridos documentalistas tendrán que romperse la cabeza para catalogar a las “biancas, viagras…” y demás especies.

Bromas aparte, parece curiosa la campaña de la Biblioteca Nacional Británica en la que pedía a los ciudadanos del Reino Unido que reenviaran a email@emailbritain.co.uk, un correo electrónico de su buzón de entrada que representara su vida cotidiana… El objetivo de esta iniciativa era conservar la memoria, los intereses, los problemas y las ocupaciones de los británicos en 2007, y convertirse en una fuente de información de la Intrahistoria.  Menos mal que no van a necesitar estanterías…

Mil y una marcas para Federico

El próximo día 5 de junio, se conmemora el aniversario del nacimiento de Federico García Lorca. Una fiesta que se inició en 1976, como un canto a la libertad, y se convirtió en todo un ritual en Fuentevaqueros, su pueblo natal. Un día repleto de actos culturales y lúdicos, que tras el tradicional «5 a las 5» organizado por la Casa Natal del poeta, culminaba con grandes conciertos al aire libre, hasta la madrugada. Pero hoy no queremos hablaros de su dimensión literaria, ni de la casa museo, ni de la Fundación, ni del Centro de Estudios Lorquianos, ni siquiera de la ruta turística que se inició en marzo de 2007. Os proponemos una lectura particular de la presencia y repercusión de los escritores, en la vida cotidiana.

García Lorca, pasó del anonimato durante cuarenta años, a convertirse en un referente, de nuestra historia y nuestra cultura en el exterior. Numerosos estudios sobre su vida y obra, continuas ediciones de sus poemas y obras de teatro, representaciones incluso en japonés, reinterpretaciones desde los más variados estilos. Pero además, su “nombre” se ha convertido en una impronta que no necesita de presentaciones.

Los estudiantes “erasmus”, o turistas idiomáticos de nuestras universidades, acuden a las bibliotecas granadinas, balbuceando un torpe español con la escueta pregunta dirigida al personal: ¿Lorca?. Y no hace falta más, un experimentado profesional sabrá que se trata de otro soñador que llega a Granada buscando al poeta y que lo mezclará con su visión romántica de la Alhambra y sus noches de juerga.

Pero ¿qué diría el poeta si supiera que le da nombre a una autoescuela, una pastelería o una clínica dental? ¿Qué pensaría al oír al profesor de matemáticas plantear un problema sobre las permutaciones de la palabra “Lorca”?

Si buscamos en los callejeros de nuestras ciudades y pueblos, podemos observar que son innumerables las calles que reciben su nombre y compensan los años de olvido. Además, es el nombre que reciben muchos establecimientos. Utilizando una fuente de información tan usual y poco literaria como las Páginas Amarillas podemos encontrar: colegios, institutos, coros, comunidades de propietarios, autoescuelas, restaurantes, teatros , casas-museos, y hasta un aeropuerto, que en 2006 decide cambiar su denominación con el objetivo de situar a Granada y Jaén  en los circuitos turisticos internacionales.

Sí, una vez más, podemos decir que hemos creado una “marca”.  Probemos entonces a buscar en la base de datos de la Oficina de Patentes y Marcas, donde podremos delimitar incluso por nombres comerciales y rótulos de establecimientos.

Pero si de marcas comercializadas y registradas hablamos, nadie mejor que Alberti y Picasso, para servir de ejemplo. En 1997, María Asunción Mateo formó una sociedad limitada a la que llamó, El Alba del Alhelí, para controlar la obra y derechos de Rafael Alberti. Un año después, la viuda del poeta, registraría el nombre “Rafael Alberti” como marca comercial, cuya explotación —que puede tener forma de libros, llaveros, tazas… o lo que sea— beneficia a la sociedad.

La palma se la lleva Picasso, que tiene hasta un coche en el mercado y una página web que detalla los derechos de la Sucesión Picasso y deja muy clarito que está terminantemente prohibido utilizar el nombre para usarlo como marca. ¿Conocerán los dueños del Xara Picasso a las Señoritas de Avignon?.

Cualquier coche será válido para visitar Granada, acompañado con los ojos y las palabras de Federico

Granada es apta para el sueño y el ensueño

una ciudad para la contemplación y la fantasía

Por todas partes limita con lo inefable

¿Quién penetra esta intimidad?

El líder de la innovación

“La ciencia más útil es aquella cuyo fruto es el más comunicable

Leonado da Vinci

Como si nuestro mundo hubiera surgido de la nada, las publicaciones nos inundan con titulares que hablan de un nuevo descubrimiento: la innovación, aplicada a la empresa, la vida particular, los sentimientos, la Administración… Todas las áreas del saber necesitan de un “santón” en el que mirarse y, no cabe duda que, si de innovación hablamos, el mejor candidato para este puesto, sería el pintor, escultor, arquitecto, ingeniero, naturalista, músico y escritor italiano, Leonardo Da Vinci. Este hombre no paró de inventar desde que salió de la cuna. Se le atribuyen tantas invenciones, que rozamos la leyenda.

El legado documental de Leonardo está relacionado con sus trabajos sobre ingeniería, los pájaros, el vuelo, la anatomía y otras áreas que suscitaron su insaciable curiosidad y que registraba minuciosamente, con anotaciones y dibujos, en una perfecta combinación de arte y técnica. Planeó  incluso, la realización de una gran enciclopedia basada en detallados dibujos de todo lo conocido. De ahí que se le denomine “el científico que pinta”.

También se interesó por la culinaria, a la que aportó innovaciones importantes, que han quedado reflejadas en el Códice Romanoff. Este libro recopila las notas que escribió cuando trabajaba para el gobernador de Milán, Ludovico Sforza. En ellas recoge, tanto las recetas diseñadas por él (muy próximas a lo que hoy conocemos como nouvelle cuisine), como los modales en la mesa, y sus inventos aplicados a la cocina:  asadores automáticos, máquinas de lavar, picadoras de carne, cortadoras,  los extractores de humo, los extintores de incendios, sacacorchos, la cortadora de fiambres y el triturador de ajos, que todavía hoy se le denomina ‘el leonardo’.

Leonardo, se inició en estas artes, de la mano de su padrastro que era repostero. Posteriormente, hizo sus “pinitos” en la hostelería renacentista, como jefe de cocina de la taberna Los Tres Caracoles, situada al lado del puente Vecchio de Florencia. Tiempo después, se asoció con el pintor Sandro Boticelli, en una nueva cantina, “All’insegna delle tre ranocchie di Sandro e Leonardo’, que fue un fracaso, pues nadie estaba dispuesto a pagar por unos platos “minimalistas” y leer el menú de derecha a izquierda. ¿Se habrá reencarnado en Ferrán Adriá el espíritu de Leonardo, siglos después?

Su vocación culinaria, la refleja en el cuadro «La Última Cena«. Antes de pintar el cuadro, durante más de dos años, ideó las recetas que aparecen mediante cientos de bocetos de alimentos, como los huevos cocidos con rebanadas de zanahoria o el muslo de focha con flores de calabacín.  Al final, todo ese esfuerzo quedó reducido a una escena en la que aparecen platos bastante sencillos.

Leonardo nunca publicó o distribuyó los contenidos de sus manuscritos que permanecieron inéditos hasta el siglo XIX, cuando pudieron conocerse sus contribuciones al desarrollo técnico y científico. Después de su muerte, y según dejó estipulado en su testamento, algunos libros, todos sus cuadernos de notas, dibujos y otros papeles, quedaron bajo la custodia de su discípulo Francesco Melzi, quien, consciente de la importancia del legado, se encargó de ordenarlo y catalogarlo.  Sin embargo, tras la muerte de Melzi, este patrimonio se dispersa. Hoy los principales manuscritos de Leonardo se encuentran repartidos por Italia, Francia, Inglaterra, España y Estados Unidos.

El mercado editorial no deja de producir obras que recogen su producción científica, literaria o artística, al tiempo que es motivo de inspiración de multitud de publicaciones. Como no podía ser de otro modo, se ha convertido en marca de referencia para todo lo relacionado con la innovación. Ha dado su nombre a un robot quirúrgico, que, dirigido por computadora, permite a los cirujanos operar en áreas muy pequeñas, y  eliminando los temblores asociados con la respiración y los latidos cardiacos del médico.  El mundo empresarial, lo toma como ejemplo en el libro “Leonardo da Vinci y su Códice para el liderazgo”, acuñando el término “empresas leonardescas” (Toyota, Nokia y Appel), aplicable a las que potencian el talento individual y colectivo y en las que se permite la curiosidad, la vocación, el aprendizaje, la iniciativa, el dinamismo, la maestría, el legado y la reputación

Gracias a su ingenio, podríamos afirmar, que Leonardo se ha convertido en el eje turístico de la localidad que le da nombre. Vinci, situada en el corazón de la Toscana, sólo a unos kilómetros de Florencia, nos ofrece una ruta por la Casa Natal de Leonardo en Anciano, el Museo Leonardiano, la Biblioteca Leonardiana y la sección dedicada a la técnica como bien de interés cultural. El culmen a todo ello, ha sido la reciente creación del archivo digital e-Leo, de la Biblioteca Leonardiana, como una metáfora de quién fue. La Biblioteca, ha puesto en la web más de 6.000 páginas con manuscritos y dibujos originales del artista, con el objetivo de ir más allá, mediante la creación de  un archivo digital de manuscritos de la historia de la ciencia y la técnica del Medievo y el Renacimiento.

Tu nombre, una marca personal

Cuando va a nacer un bebé, no es tarea fácil elegir un nombre, porque será su identidad para toda la vida. Probablemente, la decisión se basará  en el contexto histórico-cultural en el que están arraigados los padres y la familia. Si tenéis que tomar la decisión, aquí os sugiero algunas fuentes de inspiración y documentación. No olvidéis el gran peso del momento histórico. Fueron muchos los “Juan Carlos”, en nuestra Transición política y, a partir de ahora, empezaremos a contar “leonores” y “sofías”.

Los gustos literarios de los padres por personajes con nombre sonoro o carácter heroico, siempre han sido determinantes, por lo que el Diccionario literario de obras y de personajes, más conocido como “el Bompiani”, se convertirá en un manual de cabecera, para aquellos que quieran averiguar por qué sus padres se decantaron por nombres como Melibea o Romeo.

Pero amigos, allá donde hay un “emprendedor”, una idea puede cambiar el futuro de generaciones y crear afortunados o damnificados, según se mire. Es lo que viene sucediendo desde hace cien años en Huerta de Rey, un pueblo burgalés de 1.113 habitantes, que tiene en su haber, 360 nombres distintos, cuya peculiaridad les llevó a presentar su candidatura al  Libro Guinness de los Records. No es para menos, al paso que van, lo convierten en atractivo turístico. El causante fue el secretario del Ayuntamiento, quien, para solucionar el problema que causaba a los carteros la repetición de nombres y apellidos, propuso a los habitantes que sustituyeran los habituales “Juan”, Carmen o Antonio, por los que figuraban en el Martirologio Romano. Y así llegaron al pueblo, Tiola, Toptisa, Oria, Clicerio, Ediltrudes, Merenciana o Austringiliano, Burgundófora Cancionila, Filonila… y un sinfín de nombres difíciles de memorizar y que podéis consultar en la página no oficial del pueblo. Sin duda, han facilitado la tarea a los carteros, pero se la han complicado a los maestros foráneos que aterricen en el pueblo. Con objeto de apoyar la candidatura al Guiness, se organizó en agosto de 2008 el Primer Encuentro Internacional de nombres raros,  que fue precedido de conferencias sobre el origen de los nombres.

No es por desanimar, pero el record en originalidad, fruto del caos, está en Chone, un pueblo de Ecuador, donde pueden encontrarse los nombres más extravagantes, que han servido de homenaje a personajes históricos o han convertido su identidad en publicidad gratuita de grandes multinacionales. Las fuentes de información, que así lo verifican son los registros civiles de la provincia y las guías telefónicas. Y casi todos, guardan una historia, que nada tiene que ver con la del común de los mortales (es el nombre de mi abuela, así se llama mi padre…). Veamos algunos ejemplos: el padre de Adolfo Hitler Flores de Valgas Alava, pensó que era buena idea bautizar a su hijo, que nació en plena Segunda Guerra Mundial, con el nombre del dirigente que estaba “reconstruyendo” Alemania. A otro hijo, lo llamó Querido Ecuador, que a su vez tiene una hija que se llama Venus Lollobrigida… También podemos encontrar a algunos Stalin, Lenin, Pericles…  John Kennedy Suárez, tuvo la suerte de nacer el día del magnicidio de Dallas, y se quedó “retratado para siempre. Alka Seltzer, se llama así porque esas pastillas aliviaron los dolores de su madre en el parto. Imaginamos qué coche tenía, o quería tener, el padre de Land Rover García, y cuáles eran los gustos gastronómicos de los padres de  Burger King y Exquisita Pílsener. Insuperable es la historia de Dos a Uno Angulo, que nació el domingo en el que el equipo de fútbol de su padre triunfó sobre su rival.

Y es que nuestros nombres dicen mucho de nuestra cultura, permiten una lectura antropológica y dan lugar a sesudos estudios y fuentes documentales como la que ha elaborado el Instituto Nacional de Estadística, que acercan el mundo de la estadística al gran público.  La fuente en cuestión es el resultado de una novedosa explotación estadística de datos procedentes del Padrón Municipal, en la que se presentan los 100 nombres y apellidos más frecuentes para todo el territorio nacional, los 50 más repetidos por provincia de residencia y los 10 más habituales por nacionalidad y sexo. Además, se puede saber, dónde vive o dónde ha nacido la gente, según su apellido, mediante el mapa de distribución provincial de apellidos. De los datos allí recogidos, sabemos que el nombre de María es el más frecuente y después el de María del Carmen, aunque Lucía se va imponiendo. En el caso de los hombres, José fue el nombre más usado hasta la década de los 40, Antonio se llevó la palma en los 50 y 60, David de los 70 a los 90 y a partir del siglo XXI, triunfa Alejandro.

En Andalucía, el Instituto Andaluz de Estadística, también elabora un registro estadístico que proporciona información, alfanumérica y geográfica, sobre distribución y frecuencias de nombres y apellidos en nuestra Comunidad. Ya nos imaginamos a los técnicos estadísticos diciendo: “!Uf!, me ha tocado Sevilla y me duele el dedo de contar “fernandos”… y a otro responderle: “no te quejes, que yo estoy con Córdoba y no se de dónde salen tantos “rafaeles”…

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