A veces la prensa matutina te despierta con una sencilla historia que, sin embargo, te pone los pies en la tierra y te recuerda que gestos tan cotidianos y asumidos como abrir un libro, encender la luz, conectarte a Internet y comunicarte con el mundo, no están al alcance de cualquiera. Y también te enseña como, en estos días locos, hay gente que dedica su tiempo libre a los demás. Turismo solidario denominamos a la actividad que muchas personas realizan durante sus vacaciones en las que colaboran con proyectos de cooperación, en lugar de «freírse» en una playa.
Y un día deciden abandonar la condición efímera del turista y se convierten en uno más de la comunidad, liderando proyectos a favor del desarrollo de sus habitantes. Es lo que le pasó a Maria Luisa Tejera, una bióloga madrileña que tras pasar sus vacaciones en Africa, cosiendo, alfabetizando y traduciendo textos, se le presenta la ocasión de colaborar en un proyecto educativo en Bolivia, en San Ignacio de Moxos, una comunidad, de climatología durísima, donde la vida transcurre lentamente.
Una vez allí, descubre que no hay biblioteca y los niños, que viven en casas de adobe sin mesas, van al colegio sin libros de texto. Aprovechando sus viajes a España, va recogiendo libros y videos y los envía por vía marítima. En 2005, se instala definitivamente y consigue un lugar para la biblioteca. Hoy la biblioteca cuenta con 10.000 ejemplares, varias salas de estudio, un aula de informática con acceso a Internet y un espacio para la proyección de películas. Gracias a su actividad y la relación con los profesores, se ha convertido en un verdadero centro de recursos educativos.
Desde 2008, la Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid viene desarrollando un proyecto de cooperación que ha facilitado la llegada de libros y juegos educativos. Además, personal de la Universidad se ha desplazado para realizar trabajos de formación, tanto de catalogación, gestión bibliotecaria y planificación de actividades culturales. Leer el relato del viaje de 25 horas, nos sitúa ante las dificultades de esta población para acceder a la cultura, cuando las necesidades más básicas no están cubiertas. Economía sumergida, clima que provoca inundaciones continuas, falta de infraestructuras… Y uno entiende que la vida esté detenida. Cada día es una lucha contra el horario del generador de luz que funciona de ocho a una.
Hoy, el “viaje” de Maria Luisa es su proyecto para conseguir financiación para construir un edificio para la biblioteca y el centro cultural. Y relata con paciencia otro viaje, el que realizan los libros procedentes de España y que nos despiertan del sueño de la tecnología, la inmediatez y del acceso universal a la información y a la cultura.
Cuenta cómo las enciclopedias emprenden un largo viaje por mar y por tierra, desde Madrid a Bolivia, pasando por Chile. Desde septiembre de 2009 a febrero de 2010, llegan en pleno “tiempo de agua”, en el que todo se inunda, y dice “es mejor quedarse quietingos”. Por ello, concluye Maria Luisa
“Y eso, es lo que hemos decidido hacer: hemos solicitado que vuestras enciclopedias, nuestras enciclopedias, duerman un maravilloso y tranquilizador «sueño de las aguas» en la ciudad de Santa Cruz, hasta el momento más adecuado de trasladarlas hasta San Ignacio. Entonces, lo haremos con un precio justo y con la seguridad suficiente para que no acaben embarradas en una cuneta o flotando hoja a hoja en cualquier «curichi» (charco gigante y permanente del borde del camino)
Y así, esto nomás, deseaba informarles… desde este pueblito, que se abruma al son de las terribles tormentas tropicales y se adormece al ritmo de la tenaz lluvia y el continuo y persistente descenso de las inmensas nubes y el húmedo firmamento”.
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