Buscaban su lugar en el mundo

Me daba cuenta de que te necesitaba para encontrar mi camino…

André Gorz

Dorine Keir y André Gorz

Dorine Keir y André Gorz

Él era un judío austriaco que había llegado a Suiza huyendo de la persecución nazi. Ella, una británica vivaz y pragmática que viajaba para divertirse por una Europa en plena reconstrucción. Ambos andaban perdidos buscando su lugar en el mundo hasta que ella despertó en él las ganas de vivir.

Y mientras él se relacionaba con Sartre,trabajaba con Simone de Beauvoir en Les Temps Modernes, o fundaba Le Nouvel Observateur y cuestionaba la Europa capitalista de la reconstrucción, ella permanecía modestamente en la sombra apoyando al escritor en sus momentos bajos, depresivos, sin trabajo. Compartía su camino ayudándole a reconciliarse consigo mismo, mediante un lento cocinar que fue calando poco a poco en el filósofo aferrado a la vieja idea de que el amor era un sentimiento pequeño-burgués que impide la revolución. Pensamiento y vida como dos esferas distintas e incomunicadas.

Fue la enfermedad de ella la que hizo que él reflexionara sobre su vida mediante un relato introspectivo titulado Carta a D. que parte de una pregunta: “¿Por qué estás tan poco presente en lo que he escrito si nuestra unión ha sido lo más importante de mi vida?«.

Buena lectura para un viaje en tren

Buena lectura para un viaje en tren

Con este libro quiere transmitir la idea de que la única riqueza humana es la sensibilidad. Cuando se elimina solo hay un sinsentido, solo riqueza material. Por eso hoy André Gorz, este filósofo que analizó la mano de obra moderna y la política ecológica pasará a la historia por un librito de 110 páginas en el que declara su inmenso amor a Dorine.

Juntos encontraron su lugar en el mundo siendo uno, indivisibles. Y por eso también decidieron irse juntos el 22 de septiembre de 2007, un año después de terminar este libro:

“Ambos éramos hijos de la precariedad y el conflicto. Estábamos hechos para protegernos mutuamente contra la una y el otro. Necesitábamos crear juntos, uno por el otro, el lugar en el mundo que nos había sido originariamente negado. Sin embargo, para lograrlo, era necesario que nuestro amor fuera también un pacto para toda la vida”

Su historia, que ha sido llevada a los escenarios por  Kulunka Teatro y parece inspirar la película Amor de Michael Haneke, ha sido para mi, todo un descubrimiento casual en una visita a una librería de Granada. Coincido con Schiffrin en que la librería ideal no es la que tiene el libro que andas buscando, sino la que te vende el libro que no sabías que querías.

Ha sido un estupendo compañero de viaje que me ha hecho pensar. ¿Por qué tardamos tando en descubrir lo obvio, lo importante? ¿Por qué necesitamos toda la vida para descubrir que la única riqueza humana es la sensibilidad?

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Día de las librerías

El amor debe ser eso. Debe ser poder salir a comprar libros juntos, prestárselos, robárselos, compartírselos, leérselos al otro por fragmentos después del sexo, comentarlos, criticarlos. El amor debe ser muy parecido a poder construir una biblioteca juntos.

El 30 de noviembre se celebra el Día de las Librerías, una buena ocasión para salir a la calle y perderte en esos hogares de libros, dejar que las historias te llamen, ir al encuentro de conversaciones sobre la vida escondida entre las páginas, sentir cómo te atrapan las portadas perfectamente diseñadas para seducir, ver dónde se esconde el cuentacuentos…

¿Cuántas cosas podrías hacer en una librería?  ¿Cuántas podrías imaginar?. Quién sabe si alguna vez al comprar nuestro libro nos sorprende una mariposa, como en el cortometraje Papiroflexia de Beatriz Alonso Aranzábal, rodado en la librería Tres rosas amarillas de Madrid.

Entra y quítate el abrigo porque no lo necesitarás… ¡Los libros abrigan!

Comidas son sabor a lectura

Comedor del Restaurante Book de Oporto

Mientras que el e-book va dejando nuestras estanterías vacías y va ganando sitio en nuestros bolsos, contemplamos como el libro en papel se va transformando en representación simbólica. Los espacios del libro se abren y sacan sus colecciones a lugares de ocio, como ha hecho la Biblioteca Marc de Cardona (Barcelona) a través del programa que permite ceder un lote de libros de diversas temáticas a los restaurantes de la población, para que éstos puedan ofrecer el servicio de lectura a los clientes.

Las librerías diversifican su negocio y combinan el pan de cada día con el alimento del alma. En esta línea la librería +Bernat de Barcelona ofrece un servicio de cafetería en la que degustar «desayunos caseros, zumos naturales, pasteles, platos sanos y equilibrados al mediodía y meriendas hechas con mucho amor», al tiempo que alquila sus instalaciones para celebraciones privadas y profesionales.

Pero otras veces los espacios de lectura se rinden y su lugar lo ocupan negocios más rentables. Es entonces cuando el libro se convierte en un símbolo de lo que fue protagonizando la tematización del negocio. Su destino es el de dar calor y ambientación en las comidas con lecturas efímeras cronometradas por el tiempo de espera entre plato y plato. Por ello no podía llamarse de otro modo el Restaurante Book del Hotel Infante de Sagres de Oporto, especializado en comida mediterránea portuguesa.

Web del Restaurante Book

La ambientación de su comedor recrea lo que fue durante muchos años la librería Aviz. Como si los personajes y la naturaleza del libro hubieran quedado en suspenso cuando la librería cerró sus puertas, el restaurante se muestra fiel a la memoria literaria en el concepto que aúna gastronomía y literatura. Las lámparas de lectura, los estantes llenos de libros que pueden cogerse en préstamo para leer durante la comida, la decoración de los platos y sobre todo la carta marcan una originalidad que ya le ha procurado un sitio en las guías turísticas y los reportajes de la sección de viajes del  New York Times.

La carta, que se presenta a los clientes entre las páginas de un libro, se toma su tiempo con las citas de Wirginia Woolf, Mark Twain, Georges Bernard Shaw e incluso la Biblia. En este libro que es el menú, el prólogo se saborea con cócteles de autor como el mojito Hemingway, los entrantes son la introducción, los platos son capítulos y el postre es la conclusión.

Los vinos completan este menú-biblioteca agrupándose en géneros: «elegante e intenso» como un libro de poesía, «robusto, con cuerpo» como un libro de aventuras, «inusual» como un libro de ciencia ficción y «clásicos y complejos» como una novela de amor.

Con esos ingredientes Book es un auténtico best-seller que aporta valor a este hotel boutique de Oporto que habrá que incluir en la agenda de viajes de los amantes del libro.

Librería y hogar fuera del hogar


George y Sylvia

¿Te vienes a París? No necesitas mucho, solo ganas de pasear, una lista de libros leídos y por leer y una maleta llena de palabras de todos los idiomas para derrocharlas durante horas a lo largo de la noche con lectores, viajeros y poetas. Tampoco hace falta que reserves habitación en un hotel. Trazaremos las calles de la ciudad a golpe de página y buscaremos las huellas de la cultura de España y Latinoamérica recorriendo las rutas del Instituto Cervantes en París, donde encontraremos a Balenciaga, Buñuel , Vargas Llosa, algún idealista de la Revolución Francesa y a algún liberador del París de la II Guerra Mundial.

Pierre Bourru J. Les bouquinistes

Y curiosearemos por los bouquinistes o pequeñas librerías de viejo del Sena. Con la puesta de sol, antes de que asomen las farolas, recalaremos en la Rue de La boucherie, en un edificio de 1611 que albergó al fraile que al atardecer se ocupaba del encendido de las luces de la ciudad.

Hoy este edificio, con unas ventanas que ofrecen una maravillosa vista de Notre Dame, está ocupado por la fascinante librería Shakespeare & Company.  una «fábrica» de historias en la que no solamente se venden libros. Puede decirse que tiene funciones de biblioteca porque todos los volúmenes pueden ser leídos, incluso llevados a la pequeña plaza que se encuentra enfrente. La confianza es la consigna. Es también un hospedaje para viajeros con pasión literaria. La librería está repleta de camas que durante el día suelen alojar libros, o al gato negro que deambula por la arquitectura doméstica de sofás, mesas y estantes. Durante la noche, la librería ofrece sus camas a cualquiera que necesite descansar. Para quedarse, es suficiente con comprometerse a trabajar dos horas al día. De cada viajero que aloja, se espera que antes de irse escriba una autobiografía y refleje los textos que ha escrito en la librería.

Imposible encontrar un hueco

Este paraíso, que contrasta con el espíritu comercial de otras librerías, nació en 1950, cuando la zona donde se encuentra, era un barrio bajo, con artistas callejeros y hoteles de mala muerte. Su creador es el bostoniano George Whitman, que acaba de fallecer. Pero los orígenes de su emblemático nombre datan de 1919, cuando Sylvia Beach, librera y editora de origen norteamericano, fundó en la Rue de l´Odeon lo que llamaba su hogar lejos del hogar. Durante más de veinte años funcionó como lugar de encuentro, oficina de correos, agencia de cambio de moneda, biblioteca, editorial, pensión, y salón de lectura. Y fue allí donde se publicó por primera vez el Ulyses de Joyce, esa obra que los ingleses consideraban obscena.

Escribir en Shakespeare and Co.

Durante la II Guerra Mundial fue confiscada como represalia ante la negativa de Sylvia a vender un libro a un oficial alemán. Cuando los aliados liberaron París, quién “liberó” la librería fue nada menos que Heminway. Sin embargo, nunca más se reabrió hasta que George Whitman decidió bautizar su librería situada en la rivière gauche del Sena, con el nombre Shakespeare & Co.

Hoy la librería,  regentada por la hija de George, a la que muchos denominan la nueva Sylvia Beach, se ha convertido en lugar de paso de turistas y escenario de películas como Midnight in Paris o Antes del atardecer.

Pero no olvidemos que aquí los auténticos protagonistas son los libros como ha recogido el cortometraje de animación Mourir auprès de toi realizado por Spike Jonze que toma como escenario las estanterías llenas de libros. En la soledad de la noche, despiertan los personajes que habitan las portadas de los libros. Allí cobran vida en forma de siluetas de fieltro creadas por la diseñadora Olympia Le-Tan para narrar la historia de amor entre Mina, la novia de Drácula, y el pobre esqueleto de Macbeth imposibilitado para responder a la invitación de la amada.

Mina escapa de la cubierta de Drácula

Serán testigos de este amor los libros que comparten estante: Bajo el volcán de Malcolm Lowry, Gattopardo de Lampedusa, Le grand horloger de Boris Vian, Sartoris de William Faulkner… y por supuesto Moby Dick  de Herman Melville que cobrará vida para acoger en su vientre a estos enamorados, porque nada hay imposible si de amor se trata.

Por todo ello, si eres amante de los libros, las historias… y viajas a París no dejes de incluir en tu ruta, junto al Louvre, la torre Eiffel o Notre Dame, una visita a esta librería que ya es patrimonio de todos los viajeros. Quizás tras el viaje, la inspiración te lleve hasta un cuaderno para escribir palabras como éstas:

Para los amantes de los libros, para los buscadores de historias, para los dichosos de la libertad,  esa librería siempre representará un refugio, un lugar donde se será bien recibido vengas de donde vengas, vayas hacia donde vayas, cualquiera que sea tu destino.  Un lugar de una y muchas historias.  La mía fue una de ellas.  Si pasan por París, busquen la suya en este lugar que les estará esperando.

Buscando su primer libro de cocina

Quien no se haya sentado a hablar alguna vez en una de estas cocinas no está capacitado para conocer la esencia del país […] Ella no sabe dónde está la poesía. No sabe que la poesía de su vida, más que en las hojas del árbol o en la brisa, está en esa cocina, tan poderosamente suya y tan nuestra también» Elvira Lindo

El placer de una mañana de despertar lento, desayunar sin prisas, comprar el periódico y salir a descubrir el mundo través de los ojos de una niña de tres años. Un descubrimiento que convierte una salida a hacer unas compras en un viaje en el que contemplar lo cotidiano desde el asiento de un autobús urbano.

Ella ilusionada con la idea de su primera visita a una librería. Yo con la promesa de compra de su primer libro de cocina. Desde que nació, la mayor parte de los regalos han sido libros. Con «El perrito motas» se inició en el amor a los perros y aprendió a pasar ordenadamente las páginas de un libro. Tanto le gustaba que lo prefería a otros juguetes.

Desde muy pequeña ha incorporado la percepción de los sentidos a su comportamiento y a sus expresiones: «Um que bien huele la comidita», «esta sopa está exquisita…» Cuando se enfada ya sabe cómo utilizar estas cuestiones para molestarte con un rotundo: «No me gusta tu comida…» Le gusta comer y participar en el ritual de las comidas familiares y de las conversaciones en las que se sitente una más; conversaciones que no tiene inconveniente en interrumpir cuando no le interesan: «!Comiendo no se habla!».

Creo que es el momento de ese libro que la aleje de un futuro lleno de precocinados y le haga disfrutar de la preparación de sencillas recetas al calor de la compañía de los que la quieren bien. Fuera ya de prejuicios que consideraban la cocina como un castigo femenino, este espacio se convierte en un lugar para los juegos de magia con los que relatar el origen de los ingredientes, disfrutar de sus colores, sus texturas y con los que conocer el mundo para hacerlo más sabroso.

En nuestro paseo hacia la librería vamos coleccionando miradas:

– ¿Vamos a la biblioteca a coger un libro?

– No, vamos a la librería. Es distinto, allí se compran libros, en la biblioteca se prestan.

– Mira el parque, mira el colegio…

– ¿Queda mucho? ¿Cuándo vamos a llegar a la biblioteca? ¿Eso qué es?

– Un salón de juego

– Un día vamos a venir a jugar

– No Helena, eso no es una ludoteca, es un lugar para mayores.

– !Mira el camión de los helados!. Va a recoger los helados para los niños. Luego nos vamos a comer un helado en casa ¿eh?

– Mira… !un hombre que ha cruzado el semáforo en rojo!

– ¿Queda mucho para llegar a la biblioteca?

– A la librería Helena, es una librería infantil

– Yo no sé decirlo…

Tras un larguísimo viaje de diez minutos en autobús llegamos a la librería donde divisa rápidamente una mesa para pintar y desplegar sus dotes artísticas mientras yo compro los libros. La librera intenta ser agradable y le pregunta que si sabe cocinar. Ella le relata los ingredientes del gazpacho. Ha olvidado el pepino, quizás para evitar la polémica… Con esta niña nunca se sabe.

De camino a casa, y con nuestro libro bajo el brazo, cogemos otra vez el autobús. El viaje de vuelta, como todos los regresos, se convierte en un mero trámite. El asiento es más bajo y no ve bien el exterior. Se impacienta diciendo: «No tengo suficiente estiranza para ver el suelo». Antes de llegar a casa hacemos una parada para comprar fruta: paraguayas, ciruelas y sandía. Afanosa en ayudarme con las bolsas, no hace alusión al libro, por lo que le pregunto:

– Helena, parece que no te ha hecho ilusión el libro, no dices nada.

– Me ha hecho ilusión la sandía…

Me pregunto a partir de qué edad empezamos a mentir…

Nuestra memoria en papelillos de colores

En un sencillo acto de adivinación os imagino mientras leéis esta historia  con atención: papeles revueltos en vuestra mesa…. y pantalla llena de notas de colores, preferentemente amarillas, como neuronas de la memoria, que se han escapado de vuestra mente, en la que ya no confiáis, para haceros recordar que tenéis que llamar por teléfono a María, que hay que hacer una corrección a un texto, una cuenta pendiente, la lista de la compra… Puedo adivinar también cuáles están condenadas a no ser vistas: aquellas que ya se han doblado sobre sus esquinas y la tinta empieza a desaparecer. En fin, tantas notas que terminamos por no verlas. Se han hecho tan imprescindibles en nuestro trabajo, que existe la versión electrónica para los que apuestan por la “oficina sin papeles”. Con My Stickies, se pueden incluso dejar anotaciones cuando visitemos algunas páginas web.  Nuestra memoria en “papelillos” o post-it, esa palabreja que nadie pronuncia igual.

La historia de las famosas notas Postit, comienza en 1968, cuando Spencer Silver, un investigador de la compañía 3M, buscaba un adhesivo potente, que finalmente resultó fallido. Toda la partida de pegamento se apartó y guardó. En 1974, uno de los ingenieros de la empresa, buscando una solución para evitar que se cayeran los papelitos que introducía en su libro de salmos para marcar las canciones cuando iba a la iglesia, pensó que sería ideal tener hojas con un poco de pegamento, de manera que resistiera ser pegado y despegado muchas veces. En ese momento, recordó, la vieja partida de pegamento malogrado, dando lugar a los ya imprescindibles Post-it,  marca registrada, propiedad de la Minnesota Mining and Manufacturing Company, más conocida como 3M.

Esto es lo que se dice un invento fortuito o dicho más literariamente, Serendipia, es decir, el hallazgo inesperado de cosas o ideas interesantes en el proceso de búsqueda de otras.  El término Serendipity, de connotaciones viajeras, fue acuñado en el siglo XVIII, por el escritor Horace Walpole, a partir de un cuento de 1557, titulado Los tres príncipes de Serendip, que relata la historia de unos individuos que, a medida que viajaban y gracias a su capacidad de observación y sagacidad, encontraban de manera fortuita la respuesta a problemas que previamente no se habían planteado.

La Documentación lo ha incorporado como uno más de los factores que sirven para evaluar los sistemas de recuperación de información, junto a la exhaustividad, la precisión, el silencio y el ruido. En las bibliotecas, la Serendipia, que algunos traducen como chiripa, es muy frecuente y en cierto modo está facilitada por los sistemas de clasificación, que permiten agrupar, en la misma estantería, libros de contenidos similares. También los catálogos en línea favorecen los hallazgos fortuitos y pertinentes. Tanto es así que, hay diseñadores de sistemas de información que visitan librerías y bibliotecas, para hojear material bibliográfico dejando discurrir el pensamiento, con objeto de ir definiendo las características de esos sistemas que están definiendo. ¿Se inspirarán usando hojas de colores?

Pero ¿Qué ocurre en lo personal?, ¿A dónde nos llevará la búsqueda si anotamos en esos «papeles de la memoria» algo insignificante a los ojos de los demás?. Jean Sébastien Monzani, nos hace una propuesta de búsqueda en el vídeo “Your secret”: “tomémonos el tiempo todos los días para pensar en un bello recuerdo”. Tal vez nos encontremos con la felicidad que nos producían los dulces cuando éramos niños o con la emoción que sentimos al hojear un libro usado.

Los libros son un objeto de búsqueda

Se podría construir un relato hilando los títulos de los libros

Los libros pasan mucho tiempo en el estante, como quien mata el tiempo en la acera, esperando que alguien aparezca con alguna idea para hacer algo.

 Los libros son como compañeros de baile, erguidos, pegados unos a otros y dependientes del resto para asumir su estatus colectivo.

 Son los mártires del sábado por la noche, acaban en el mismo lugar y a la misma hora una semana tras otra.

 Los libros con sobrecubierta son como la cola en la parada del autobús, la hilera de usuarios con el rostro escondido tras el periódico.

 Los libros son como delincuentes en la rueda de reconocimiento: todos encajan en el perfil pero sólo uno será escogido. Los libros son un objeto de búsqueda.

 Henry Petroski. Mundolibro. Edhasa, 2002

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