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Si pudiese contar la Historia con palabras…

Si pudiese contar la Historia con palabras, no tendría que llevar conmigo una cámara de fotos

Lewis Hine

Fotógrafo estadounidense

1874-1940

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Héroes que se dejan mimar en la piscina

Voltereta

Voltereta

Seguramente has sentido alguna vez el vértigo ante una piscina a la que irremediablemente tienes que lanzarte y has sufrido la eternidad de los segundos que tardas en sumergirte. Como si fuera la vida misma, una piscina a la que entramos y salimos, a veces protegidos, empujados… y a veces gustosos de tirarnos de cabeza al mundo.

Hay ocasiones en las que quiere la casualidad que se nos presenten dos historias en un mismo día, aparentemente distintas pero que pudieran, de alguna manera, componer un solo relato. ¿O somos nosotros los que les damos unidad?. Queridos lectores pasen y vean esta sesión doble de cortometrajes y compongan una historia propia.

Empecemos por el principio: érase una vez  la infancia, la edad de los miedos, los descubrimientos y la búsqueda de protección familiar. Lolo, el protagonista de Voltereta, es un niño andaluz de 10 años que, allá por 1985 se traslada a vivir a Nueva York con su familia, equipado con el conocimiento que le proporcionan la lectura de comics y las películas americanas que ha visto en el cine de su barrio. No está sólo, observa el mundo americano concentrado en una piscina protegido por una abuela que es el cordón umbilical con la tierra de origen, defensora de los chorizos en el aeropuerto, la merienda española y del respeto a la siesta y la digestión. Oir un manifiesto de españolidad mientras te enfrentas al reto del primer día en América, no es fácil. ¿Cómo dar la talla cuando tú eres el diferente y un novato aprendiz de héroe?. No os perdáis este cortometraje, dirigido por el gaditano Alexis Morante, que está completo en filmín.

Érase una vez  la madurez, la edad de los miedos, el momento de ofrecer protección cuando todavía nos pesa la infancia, parece tan cercana… Qué rápido ha pasado el tiempo, seguimos buscando el empujón para sumergirnos en la piscina, aunque no está lejos el momento de tomar el relevo.

Metáfora de ese viaje es el cortometraje Deep End Dance dirigido por Conor Horgan y escrito por David Bolger, coreógrafo y director artístico del teatro de la danza de CoisCéim de Dublín. David sitúa su coreografía al fondo de la piscina, en una atmósfera que envuelve los cuerpos de David y Madge, su madre de 76 años, que lo empuja y acompaña en su danza onírica debajo del agua, en la misma piscina  en la que trabajó como instructora de natación, y donde enseñó a nadar a David .

La música y el movimiento de los cuerpos sumergidos abrazándose logra cautivarnos, nos transporta al inevitable viaje de la vida, a los mimos, cuidados, al acompañamiento, al relevo… Me pregunto, os pregunto ¿Quién cuida a quién?

Buscaban su lugar en el mundo

Me daba cuenta de que te necesitaba para encontrar mi camino…

André Gorz

Dorine Keir y André Gorz

Dorine Keir y André Gorz

Él era un judío austriaco que había llegado a Suiza huyendo de la persecución nazi. Ella, una británica vivaz y pragmática que viajaba para divertirse por una Europa en plena reconstrucción. Ambos andaban perdidos buscando su lugar en el mundo hasta que ella despertó en él las ganas de vivir.

Y mientras él se relacionaba con Sartre,trabajaba con Simone de Beauvoir en Les Temps Modernes, o fundaba Le Nouvel Observateur y cuestionaba la Europa capitalista de la reconstrucción, ella permanecía modestamente en la sombra apoyando al escritor en sus momentos bajos, depresivos, sin trabajo. Compartía su camino ayudándole a reconciliarse consigo mismo, mediante un lento cocinar que fue calando poco a poco en el filósofo aferrado a la vieja idea de que el amor era un sentimiento pequeño-burgués que impide la revolución. Pensamiento y vida como dos esferas distintas e incomunicadas.

Fue la enfermedad de ella la que hizo que él reflexionara sobre su vida mediante un relato introspectivo titulado Carta a D. que parte de una pregunta: “¿Por qué estás tan poco presente en lo que he escrito si nuestra unión ha sido lo más importante de mi vida?«.

Buena lectura para un viaje en tren

Buena lectura para un viaje en tren

Con este libro quiere transmitir la idea de que la única riqueza humana es la sensibilidad. Cuando se elimina solo hay un sinsentido, solo riqueza material. Por eso hoy André Gorz, este filósofo que analizó la mano de obra moderna y la política ecológica pasará a la historia por un librito de 110 páginas en el que declara su inmenso amor a Dorine.

Juntos encontraron su lugar en el mundo siendo uno, indivisibles. Y por eso también decidieron irse juntos el 22 de septiembre de 2007, un año después de terminar este libro:

“Ambos éramos hijos de la precariedad y el conflicto. Estábamos hechos para protegernos mutuamente contra la una y el otro. Necesitábamos crear juntos, uno por el otro, el lugar en el mundo que nos había sido originariamente negado. Sin embargo, para lograrlo, era necesario que nuestro amor fuera también un pacto para toda la vida”

Su historia, que ha sido llevada a los escenarios por  Kulunka Teatro y parece inspirar la película Amor de Michael Haneke, ha sido para mi, todo un descubrimiento casual en una visita a una librería de Granada. Coincido con Schiffrin en que la librería ideal no es la que tiene el libro que andas buscando, sino la que te vende el libro que no sabías que querías.

Ha sido un estupendo compañero de viaje que me ha hecho pensar. ¿Por qué tardamos tando en descubrir lo obvio, lo importante? ¿Por qué necesitamos toda la vida para descubrir que la única riqueza humana es la sensibilidad?

Los hijos de Elna

…dejé el día de mi partida
media vida adormecida.
Me llevé la otra mitad
para no quedar sin vida.

Pere Quart

 

Bebés en cestos de fruta en la Maternidad de Elna

Renunciando a los sueños y empujados por un viaje involuntario, medio millón de españoles atraviesan la frontera con Francia, cuando la guerra ya se da por perdida. Derrotados, sin dinero, sin ilusiones y sin futuro, dejan atrás sus casas y sus vidas.

Una avalancha de mujeres, mayores, niños, heridos… que fueron instalados en las playas de Argelès-sur-Mer, a 35 km de la frontera. Pasaron de ser ciudadanos a ser exiliados, cambiaron sus hogares por una playa acotada con alambre de espino. Era febrero, hacía frío, viento y la lluvia mojaba una y otra vez las mantas que llevaban.

En esas condiciones, las posibilidades de supervivencia de  un recién nacido eran prácticamente nulas y el parto suponía un gran peligro para las madres. Los bebés tienen frío. Para aliviarlos, cuando sale el sol, sus madres buscan el calor de la arena, enterrándolos hasta que sólo les asoma la cabecita.

La situación es conocida por la Cruz Roja, que decide intervenir y contar con Elizabeth Eidenbenz, una maestra que llegó en 1937 a España formando parte de la Asociación de ayuda a los niños de la España en guerra. Y es así como Elizabeth crea una maternidad en un palacete semiabandonado a las afueras de Elna, contruyendo lo que será una «isla de paz en un océano de destrucción”. Disponía de 50 camas, distribuidas por habitaciones que las madres bautizaron con nombres de ciudades españolas: Barcelona, Bilbao, Madrid, Santander, Sevilla y Zaragoza, pasaron a ser el símbolo de los hogares perdidos.

Al estallar la Segunda Guerra Mundial, la maternidad comenzó también a acoger a madres judías cuyos hijos recibieron nombres españoles como estrategia para evitar ser descubiertos y deportados a campos de exterminio. Finalmente la Gestapo cerró la maternidad en 1944. Emociona el relato de Elizabeth narrando, desde la más absoluta sencillez, cómo se desarrollaron los hechos de lo que reconoce como el trabajo más importante de su vida.

Seguramente te estarás preguntando qué fue de todo aquello, qué sucedió con la maternidad y dónde ha quedado su historia. El 14 de julio de 2004, el ayuntamiento de Elna, cuyo alcalde, Nicolás García, era nieto de refugiados españoles, adquirió el edificio con el objeto de conservar la memoria de lo que allí sucedió. Hoy este edificio está incluído en las ruta Recuerdos  del exilio, una ruta con rostro de mujer que recorre los campos de refugiados en las playas de Argelès, Saint-Cyprien y otros municipios del litoral mediterráneo, en los que la experiencia de la Maternidad de Elna es el símbolo de la solidaridad. Puede visitarse el palacete o conocer más detalles de lo que sucedió a través de su página web.

Desde que se publicara en 2005 La maternitat d´Elna, un libro de Assumpta Montellà, muchos padres decidieron bautizar a sus hijas con el nombre de esta localidad, como homenaje a la solidaridad y a la maternidad. El 8 de junio de 2008 se reunieron «las Elnas» en Barcelona y se hicieron esta foto histórica.

Encuentro de Elnas en el Parc de la Ciutadella Barcelona (2008)

Los rostros de las niñas que hoy portan en su nombre esta gran historia fueron recogidos por el director de cine Manuel Huerga en un emotivo vídeo. Sus caras cargadas de futuro nos dan la esperanza de un mundo mejor.

Viajes involuntarios, prisioneros del camino

«Home, it’s far beyond long lost horizons
Home I’ll never see
For I’ll be a prisoner of the road
And I hold no key that will ever set me free» Silvert Høyem

Andamos preocupados preparando viajes que nos saquen de la rutina y nos hagan descansar con el solo hecho de poner kilómetros entre nuestra casa y el destino vacacional. «Destino», curiosa palabra  que va olvidando su sentido trágico, aquel que nos recuerda el diccionario. Preparamos maletas en las que no nos falte de nada: el perfume, la ropa de baño, la ropa de noche… documentos esenciales, pasaporte, la visa, el seguro médico, el seguro de viaje y la reserva del hotel. Y el ordenador, que no nos falte el ordenador e Internet para seguir en contacto con los de aquí y contar todo lo que vemos y lo bien que lo estamos pasando. Aumentamos cada año la lista de cosas imprescindibles.

Miles de personas en tiempo de espera en aeropuertos, estaciones y carreteras. Y olvidamos que también en estas fechas hay miles de personas embarcadas en viajes involuntarios en los que la palabra destino recupera su sentido fatal, cambiando trágicamente las denominaciones: el viaje se convierte en éxodo y el viajero en refugiado. Caminan durante días empujados por el hambre convertida en hambruna y en el camino pierden su identidad, sus hijos y su vida.

El destino es un campo de refugiados… ¡Triste destino!. La sequía y la guerra son dos armas letales que ponen en peligro la vida de once millones de personas del Cuerno de África. Etiopía, Somalia y Kenya concentradas en el Campo de Dadaab, el mayor campo de refugiados del mundo, con capacidad para 90.000 personas que aloja actualmente a 400.000.

Entonces el camino, símbolo otras veces de libertad, se convierte en una prisión como sugiere el título de esta canción compuesta por Sivert Høyem, un lamento que nos recuerda la situación de los millones de desplazados que hay en el mundo, gentes sin hogar que nunca encuentran la llave de la verdadera libertad.

Si está en tu mano !Ayúdales¡

Prisoner of the Road

When I go, I go alone
There ain’t no one ever looking out for me
Just the sun, my own lean shadow
And the wind out among the trees

Home, it’s far beyond long lost horizons
Home I’ll never see
For I’ll be a prisoner of the road
And I hold no key that will ever set me free

Most humbly on my bending knee
I’m begging you to help me, please
For I’m a prisoner of the road
And I hold no key, I hold no key that will ever set me free