Iris de la Toscana para viajar a Antibes

Iris de la Toscana

Abrid el olfato que nos vamos de viaje. Sí, porque esta historia va de perfumes. La elaboración de un perfume es un viaje en sí mismo porque reúne en sus notas los componentes que nacen en distintas partes del mundo. La selección y elaboración son todo un ritual que nos habla de la historia y la cultura de un lugar.

En nuestro viaje recogeremos el cedro de Virginia para las notas amaderadas de fondo, el jengibre de Tanzania como nota de salida nos llevará a paisajes húmedos y soleados, y el Iris de la Toscana se convertirá en la nota de corazón o alma del perfume.

Cedro de Virginia

El proceso artesanal durante más de tres años que requiere el tratamiento del lirio para que libere sus notas empolvadas ya mereceria un viaje a los campos de Iris Pallida en Florencia.

Cedro, jenjibre y lirio son los elementos que se combinan en el perfume Dior Homme Sport, el complemento del hombre seductor, elegante, viajero y amante de la aventura y el lujo. Las grandes marcas nos han acostumbrado a la presentación de sus productos con auténticas películas, cortometrajes que cuentan una historia en breves minutos pero con tantas referencias culturales que podríamos ocupar horas y horas siguiendo el hilo de los guiños que se ocultan detrás de cada secuencia.

Así que, como no hay aventurero sin viaje, en esta ocasión Dior abandona París, el escenario clásico de otras campañas como la que realizó Guy Ritchie, y  se va al Sur en busca de una bellísima mujer. El director de la campaña, Peter Lindbergh ha elegido la Riviera Francesa para este road trip que muestra la belleza de los acantilados del Mediterráneo e invita a vivir con el espíritu de aventura, seducción y la máxima de viajar con elegancia.

Jude Law, protagonista de la película, escapa de París rumbo a Antibes en un descapotable bajo el cielo veraniego de la Riviera, acompañado por los sonidos de la canción “Paint It Black”  de The Rolling Stones. Es el viajero ideal, apasionado por el buen vivir tan apreciado por Christian Dior, el modisto que utilizó los viajes como inspiración de sus diseños.

Peter Lindbergh, un enamorado del cine, rinde un homenaje a los héroes de los años 50, emulando algunas escenas de la película de Hitchcock «Atrapa a un ladrón» . Jude Law, al más puro french riviera look que sigue vigente desde mediados del siglo XX, se ha inspirado en Cary Grant, imagen de la elegancia por antonomasia, y en el desenfado y seducción de Gatsby el  personaje de Fitzgerald.

Cary Grant en «Atrapa un ladrón»

El viaje acaba en el magnífico Hotel du Cap-Eden-Roc de Antibes, un establecimiento junto al mar rodeado de bosques  que tiene tras de sí una historia interesante. Allí, en el muelle del hotel está la chica que espera a nuestro galán. Juntos emprenderán un viaje en lancha por la Costa Azul, eso sí sin perder la compostura, ni siquiera la chaqueta.

Y ahora comparad con el trailer de la película To Catch a Thief (Atrapa un ladrón) de 1955 en la que sus protagonistas, impecablemente vestidos en todo momento, no se despeinan cuando se besan, ni se arrugan cuando se pelean. Son personajes del tiempo en el que no existían revistas que perseguían la celulitis de la actriz de moda ni el desgarbo del actor que las enamora.

Decidme si después de todo esto no os dan ganas de coger la maleta y llenarla de ropa ligera, un buen aroma, la novela de Scott Fitgerald y la película de Hitchcock para emprender viaje a la Riviera Francesa… Yo, de momento, me voy a la perfumería más cercana a oler Iris Pallida, a ver a qué hora vuelvo a casa cuando después del primer aroma recorra Florencia, Virgina, Tanzania y Antibes… Sobre todo si, con un poco de suerte, encuentro a Jude comprando el perfume.

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Una canción para bailar en el crucero


¿Puede escribirse una canción que habla del mar desde el asiento de un tren? ¿Y puede escribirse una canción que respira vacaciones y que invita a bailar embelesados cuando el mundo se debate en una guerra?

Posiblemente sí porque es en tiempos difíciles cuando más necesitamos recrear las cosas bellas de la vida para olvidar lo que nos rodea. Charles Trénet compuso junto a Leo Chauliac la canción “La mer” en 1943 mientras viajaban en un tren. Este cantante,  al que se le reprochó su falta de oposición a los nazis durante la invasión de Francia, actuaba en los cabarets Folies-Bergère y Gaieté Parisienne frente a un público en el que eran habituales oficiales y soldados alemanes. Ya fuera por supervivencia o por indiferencia, accedió incluso a cantar en los campos de prisioneros y así con sus canciones de cabaret en cabaret logró mantener el tipo siempre acallando los rumores sobre su origen judío.

La canción no fue grabada hasta 1946, una vez finalizada la guerra. Desde entonces se han realizado más de 400 versiones en distintos idiomas, desde la dulce Françoise Hardy a la reciente de Robbie Williams titulada Beyond the sea. También ha formado parte de alguna que otra banda sonora de películas como Soñadores de Bernardo Bertolucci. Su tono fresco y amable ha hecho que sea habitual en más de un baile para enamorados en tiempo de vacaciones, evocadora de buenos recuerdos de turistas de cruceros que bailan bajo la luz de la luna. Por ello la compañía Carnival Cruises no ha dudado en utilizarla para sus campañas publicitarias en televisión.

Porque el turista necesita de esas músicas que le empujen a viajar, esas que le van acompañando en la ruta y que evocarán las experiencias vividas durante el viaje. Y para ello parece que nuestro protagonista era perfecto porque en 1955 compuso la famosa «Route Nationale 7», en homenaje al establecimiento de vacaciones pagadas. Esta ruta también denominada Ruta del Sur es sinónimo de sol, de vacaciones y felicidad para los turistas de los años 50, por ello también se la conoce como Ruta de las vacaciones.

Hoy los turistas que quieran homenajear a este cantante romántico que ha  acompañado sus veladas pueden visitar su casa natal en Narbona, convertida en un pequeño museo.

¿Bailas?

Del periódico a la bicicleta

En julio, durante más de tres semanas, contamos con un evento deportivo de primer orden, el Tour de Francia, la prueba de ciclismo en ruta por etapas más prestigiosa a nivel  internacional, que nos permite hacer turismo por la geografía francesa, gracias al seguimiento televisivo.

Su origen, relacionado con el mundo de la información, se remonta a 1894 cuando Francia vive conmocionada por el Caso Dreyfus, por el que un capitán del ejército, de origen judío, es acusado de estar pasando documentación a Alemania. Tras un sospechoso juicio, Alfred Dreyfus es degradado y enviado a la Guayana Francesa. A favor del capitán, Emile Zola escribe en el periódico L’Aurore, su alegato “Yo acuso”, que le llevó al exilio. A partir de entonces, entre 1894 y 1914, se establece un debate que divide a la población francesa en “dreyfusistas y antidreyfusistas”.

La hostilidad entre unos y otros es tal, que el dreyfusista Pierre Giffard, director del periódico deportivo Le Vélo, se negó a aceptar en sus páginas la publicidad de empresas y personalidades antidreyfusistas, como la del Conde Albert de Dion de Malfiance, fabricante de automóviles. Como represalia, éste funda en 1900 su propio diario deportivo, L’Auto-Vélo, que tuvo que cambiar de nombre por el L’Auto, tras perder un juicio por plagio contra Giffard. Desde 1945, pasa a denominarse L’Equipe, todavía en circulación.

El periódico, estaba al mando del ex-ciclista Henri Desgrange, quien fichó a Géo Lefèvre, uno de los talentos de la competencia, al que le encargó que pensara en alguna competición que desbancase a las organizadas por Giffard y Le Vélo. Dice la leyenda, que el 20 de noviembre de 1902, Lefévre, improvisó: «Pourquoi pas un Tour de France?«. Surgió así un acontecimiento deportivo, preparado para aumentar la venta del periódico. Y se eligió el mes de julio, porque era cuando apenas circulaban noticias y las publicaciones reducían su volumen de ventas e ingresos.

Como estaba previsto, el evento supuso un gran éxito para el periódico, cuya tirada pasó de 25.000 ejemplares a 65.000. Éste es uno de tantos ejemplos, en los que la prensa ha influido en la creación y organización de competiciones deportivas, especialmente dentro del ciclismo. Siguiendo el modelo francés surgió El Giro de Italia en 1908 bajo la iniciativa de la Gazzetta dello Sport, que “robó” la idea a `Il Corriere della Sera´. En España, La Vuelta Ciclista a España, que se remonta a 1935,  está vinculada al  diario de información general `Informaciones´. Todas las carreras fueron concebidas como una actividad que fomentase la circulación del diario y generase un repertorio de informaciones en exclusividad que suponían importantes ingresos por publicidad. Por ello se cuida hasta el más mínimo detalle como el color de la camiseta del líder de la carrera y que tiene su origen en los colores de los periódicos que han creado los eventos, convirtiéndose así en una especie de publicidad subliminal. El maillot amarillo, responde al color de “L´Equipe” y la maglia rosa obedece a la tonalidad rosa de “La Gazzetta dello Sport” que, todavía hoy, es su seña de identidad.

Hoy, a esas motivaciones se suma el atractivo turístico que supone el recorrido y que atrae a miles de visitantes. Por eso, su página web podemos «leerla» como una guía de viaje. El mapa de ruta va detallando en cada etapa las ciudades más importantes, invitándonos a conocerlas. Desde Rotterdam a París, pasando por Épernay y Bordeaux, el recorrido puede hacerse en clave deportiva y turística. Interesantes videos promocionales hacen el resto, como este que podéis ver de la ciudad de inicio y que provocan unas tremendas ganas de viajar. ¡Feliz viaje, aunque solo sea televisivo¡

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