Todas la ciudades son espejo de otras, sobre todo si el que las mira tiene el alma dividida. Tal vez arquitectos y urbanistas se ocuparon de copiar para cubrir la nostalgia de las gentes que vienen y van.
Ese arco que nos sorprende, la sensación al doblar una esquina, los olores que se escapan de un hogar con recetas aprendidas a miles de kilómetros… nos abstraen hasta hacer que olvidemos añorar. Como si añorar fuera el equipaje que cada mañana carga aquel que se siempre vive lejos. Porque lejos es ese lugar que «elige» el que se va: lejos de la infancia cuando está en el destino y lejos de casa cuando está en el origen. Siempre cerca y lejos, debatiéndose entre las ganas de volver y la esperanza de encontrar un lugar propio.
Hoy os traigo una canción de Fede Comín que permite un recorrido por Granada con el sentir de un argentino. Como si entráramos en su memoria y en los ojos que desplazan su mirada al lejano Buenos Aires.
Entre Granada y Buenos Aires hay un camino de ida y vuelta, porque fueron muchos los españoles que emigraron a Argentina y muchos los jóvenes argentinos que buscaron fortuna en la tierra de sus abuelos. En Granada hay un lugar que simboliza ese camino: La Tertulia
La Tertulia Tango bar, situado en pleno centro de Granada, lleva ya más de 30 años como punto de encuentro cultural y 26 como centro neurálgico del Festival Internacional de Tango de Granada, que se ha celebrado estos días en la ciudad, el más antiguo de Europa y el segundo del mundo tras el de Montevideo. Un lugar que ha situado a Granada en el mapa de Buenos Aires porque ha sido nombrado primer Lugar de Interés Turístico de Buenos Aires que no está en la propia ciudad.
Un lugar lleno de historias y de Historia pues en él nació el movimiento poético La otra sentimentalidad y dejaron su huella Saramago, Enrique Morente, Rafael Alberti, Goytisolo, Sabina… y un sin fin de poetas, cantantes, periodistas, estudiantes y exiliados latinoamericanos. Hoy sigue siendo un lugar en el que conversar, oir música, compartir poesía o aprender tango y milonga. Así que si vas a Granada, no te extrañe si vuelas a Buenos Aires.
¿Bailás?
A tres mil años y un día de mi casa,
respirando nuevos aires.
Me he olvidado en el vaivén de esta mañana,
de acordarme de añorar.
Y salí por la ventana,
como si fuera mi barrio,
este sitio tan lejano a mi primera ciudad.
Caminé las avenidas y el asfalto,
los gastados adoquines.
Descubrí que a la Gran Vía, no te engaño,
la cruzaba Pueyrredón.
Y al pasar por esa esquina,
pude ver que me esperaban,
con romero una gitana,
y con mate, un compadrón.
Puente, tango que sirve de puente,
uniendo pampas y olivos,
cantando envido a esta suerte
de no saber dónde estoy.
Puente, tango que sirve de puente
entre el que soy y el que he sido
desbaratando a la muerte,
con o sin bandoneón.
En la Plaza del Triunfo vi el Abasto,
con su moderna fachada.
Terminó de embellecerse el escenario
cuando pasó esa mujer
que en su andar entristecido
y esa flor en la mirada,
me dejó cual puñalada
los retazos de un querer.
Con paciencia de tranvía enamorado,
gambeteando a la nostalgia,
supe desde el primer día de estos años,
todo lo que iba a doler.
Pero esta canción decide más allá de la distancia
y es más fuerte esta esperanza que las ganas de volver.
Puente, tango que sirve de puente,
uniendo pampas y olivos,
cantando envido a esta suerte
de no saber dónde estoy.
Puente, tango que sirve de puente
entre el que soy y el que he sido
desbaratando a la muerte,
con o sin bandoneón.
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