
A punto de ser mamá recibe la visita de la bibliotecaria (New Deal Network)
El aprendizaje y disfrute de la lectura es en ocasiones una tarea heróica, sobre todo si vives cerca del cielo, perdido entre las montañas. Pero, los héroes no son esos seres superpoderosos que derrotan a los gigantes sino aquellos y aquellas que día a día procuran el avance de la humanidad luchando contra la pobreza y la incultura.
Nuestra historia se esconde en la memoria de los habitantes de los Apalaches. Sucedió a principios del siglo XX, tras el terrible Crac del 29 que dejó herido a todo el país. Durante la Gran Depresión, miles de personas vivían al borde de la inanición y del analfabetismo. Por ello muchos de los programas del Works Projects Administration, la agencia creada en el marco del New Deal, incluyeron medidas sociales que mejoraran la vida de aquellas gentes.
Algunos de estos programas también trajeron empleo para las mujeres en servicios de salud, programas de almuerzos escolares, proyectos de costura y bibliotecas. Uno de esos programas fue el Pack Horse Librarians del este de Kentucky, mediante el cual muchas zonas rurales especialmente pobres, recibieron los servicios gratuitos de la biblioteca pública. Miles de personas vivían en la pobreza y sufrían las consecuencias del aislamiento, lugares a los que a falta de caminos, solo se podía acceder a pie, a caballo o a mula, atravesando montañas y arroyos. Gente sin empleo, escuelas sin libros, familias sin comida, enfermos sin medicinas. Lugares a los que no llegaban los periódicos, el teléfono o la radio y reinaba el analfabetismo.
Establecido en 1935, el Proyecto Pack Horse Librarians proporcionaba material de lectura a las partes rurales del este de Kentucky que no tenían acceso a las bibliotecas públicas de los grandes centros metropolitanos. Pero, si sus cuerpos no podían alimentarse, cómo pensar en alimentar sus mentes?. ¿Cómo financiar bibliotecas si no había para comida, ropa o medicinas?. La solución vino de la mano del “reciclaje” de materiales y el empleo de un personal vocacional formado mayoritariamente por mujeres que eran conocidas como las Señoras de los libros.
Las bibliotecarias viajaban a caballo y recorrían entre 50 y 80 millas a la semana sorteando acantilados y sufriendo las inclemencias del tiempo, por unos escasos 28 dólares, para entregar los materiales de lectura a las residencias y escuelas más remotas. Recorrer 80 millas a caballo sufriendo frío o cabalgando bajo la nieve para entregar un libro viejo a alguien que apenas sabe leer. ¿No os parece heróico?.
El WPA sólo financiaba los sueldos, no los fondos. Los materiales utilizados por la Biblioteca a caballo eran sobre todo los libros deteriorados por el uso y revistas que las bibliotecas más grandes habían retirado de la circulación, así como los libros de texto que ya no se utilizaban en las escuelas. Revistas prácticas como Woman’s Home Companion y Popular Mechanics tenían mucha aceptación ya que los montañeros, deseosos de mejorar sus vidas, encontraron útiles las revistas sobre el cuidado de la salud en el hogar, la cocina, la agricultura, el cuidado infantil y la maquinaria. Los libros infantiles tambien tenían mucha demanda porque eran utilizados incluso por los adultos que apenas sabían leer. Las bibliotecarias no solo suministraban libros, también leían a personas convalecientes y a aquellos que nunca aprendieron a leer.
Cuando la demanda fue superior a la oferta, las bibliotecarias confeccionaron libros de recuerdos a partir de recortes de revistas, anécdotas, recetas locales… que se hicieron tan populares que los usuarios del servicio comenzaron a componer sus propios libros con historias familiares, recetas, patrones de costura y consejos.
El proyecto fue un éxito no exento de críticas como la de aquella familia que se quejó porque los nuevos hábitos de lectura de su hijo le ocasionaba un mayor gasto en aceite para lámparas o la de otra familia que se lamentaba porque sus hijos solo querían leer y descuidaban sus tareas.
Hubo algo que transformó este duro trabajo en un trabajo importante y fue la conciencia de estar contribuyendo a conseguir para estos habitantes una vida mejor gracias a la educación y el conocimiento del mundo exterior. Lamentablemente, en 1943 el desmantelamiento de la WPA dejaba sin sueldo a los trabajadores y terminaba con un servicio que abrió el mundo y alegró la vida de las personas de las montañas de Kentucky.
Si queréis saber más sobre esta historia podéis leer el libro Down Cut Shin Creek de Kathi Alppet y Jeanne Cannella Schmitzer y el cuento La Señora de los libros de Heather Henson. Buen regalo para estas fechas 😉
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