Hay palabras y expresiones de uso corriente que te sorprenden el día que te paras a observarlas. Eso es lo que me ha pasado hoy al preguntarme por qué llamamos viaje al recorrido que hacemos a la segunda planta de un edificio. ¿Por qué usamos la misma palabra para hablar de un viaje a Singapur atravesando el mapa que un desplazamiento vertical de 20 metros?. Y he caído de las nubes al leer el artículo Los cien mil viajes de un ascensor y constatar que estas máquinas mueven cada día en vertical a 375 millones de pasajeros en 250 millones de viajes.
El viaje en ascensor es algo así como el tweet de los viajes en el que no faltan estaciones, pasajeros, encuentros, desencuentros, inicios y finales. La brevedad continua que convierte el portal del edificio en estación y nos condena a ser viajeros atrapados en un eterno regreso. Quizás por eso, ese escaso metro cuadrado es también un lugar para la experimentación porque en los minutos que dura el trayecto se encierran los más variados comportamientos humanos: los miedos, la timidez y el comportamiento gregario que nos empuja a hacer lo que hacen los demás. ¿Os reconocéis en este vídeo?
El ascensor como metáfora del viaje que ofrece oportunidades ante las que tenemos que estar despiertos. ¿Qué pasaría si te encontraras en el ascensor con un posible inversor y quisieras venderle tu proyecto?. Esa es la idea en la que se basa una técnica utilizada en las escuelas de negocios denominada Elevator Pitch que consiste en condensar un mensaje que llame la atención de alguien en pocos minutos con objeto de conseguir una entrevista o reunión con esa persona para más adelante.
Es también un lugar para la lectura como la experiencia «Poemas de ascensor» que realiza la Biblioteca Pública de Huelva. En el lugar de trabajo dan mucho juego y se convierte en un lugar donde conocer gente y por qué no, hacer amistades, como sucede en este episodio de Camera Café. ¿O no?
Y si este corto trayecto se apodera de la palabra viaje, es lógico que aspire a ser gran protagonista y se convierta en un espectáculo en sí mismo, porque hay ascensores convertidos en atractivo turístico. Y si no te lo crees paséate por los 11 ascensores más interesantes del mundo que aparecen en el reportaje de World Geography.
No, no me olvido que para la mayoría de los mortales el ascensor es ese lugar para las conversaciones incómodas. Parece estar documentado que la primera conversación que hubo en un ascensor fue “Todo bien, señores. Todo bien.” y la pronunció en 1853 Elisha Otis en el recinto del Palacio de Cristal de Nueva York. Desde entontes, el ascensor es ese lugar para meteorólogos aficionados que constatan que está lloviendo, que hace más frío que el año pasado y que hacen predicciones que duran el largo camino hasta la sexta planta. Es una pena que los ascensores no tengan un mapa de isobaras como sugiere José Mota.
Claro, que si no queremos evitar estas situaciones debemos convencer a nuestra comunidad para que nos instalen el ascensor que inicia conversaciones. O podemos ejercer el noble oficio del deporte y utilizar las escaleras. Si fuéramos vecinos de los protagonistas de Descalzos por el parque, no tendríamos problema, ni necesitaríamos el ascensor saludable que ha inventado Coca-Cola. Así que déjate de ascensores y ríe que la vida son dos días y uno lo pasamos en el ascensor.
Filed under: De todo un poco | Tagged: Bibliotecas, Lectura, Poesía, Publicidad, Turismo, Viajes | 4 Comments »