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No soy una turista en este lugar

Turista accidental

Turista accidental

El presente se escapa tan rápido que no lo ves, dice la canción. Es entonces cuando necesitamos huir para encontrarnos. Correr por carreteras interminables y dejar en un cruce del desierto el recuerdo que se nos quedó atrapado en los labios. Un viaje como terapia para cerrar etapas y encontrar nuevos caminos.

Esto es lo que parece contarnos Amparo Sanchez, la alcalaína que creció musicalmente en Granada, enamorada de sonidos fronterinzos y reivindicativos. Esta canción es el tema central de Tucson-Habana que publicó en 2010, un disco en el que se mezcla la música mexicana, el son cubano y el country. Un disco íntimo que ella define como un viaje cálido al interior, un rato de paz, con canciones escritas en Granada o Barcelona, que adquieren una nueva dimensión en estos paisajes desérticos que invitan a la nostalgia.

El vídeo dirigido por Ben Flinois es una road movie que recorre las 400 millas que conducen de San Diego (California) a Tucson (Arizona), a través de la autopista Interestatal 8. La vemos recorrer el desierto «a lomos» de un Ford Falcon del 64, el mismo año que se le dio nombre a la ruta a través de eternas carreteras pensadas para el doble objetivo del tráfico de automóviles y para el uso en operaciones militares y de defensa civil. Paisaje desértico decorado por cactus, grandes coches y señalización que el cine ha convertido en patrimonio histórico digno de decorar escenarios cinematográficos y guías turísticas.

En el trayecto no está sola, va recogiendo compañeros tal vez porque, como alguien dijo, el viaje se mide en amigos no en millas.

Una manzana entre mis dedos,
y en mis labios el recuerdo.
Recién llegado, recién y tan viejo,
nos encontramos en un cruce del desierto.

No soy una turista en esta ciudad,
no soy veleta.
Soy mirada, fuego, calor
que se va pero se queda.
No soy una turista en esta ciudad,
no soy veleta.
Soy mirada, fuego, calor
que se va pero se queda.

Cuando tu sonrisa sincera toca el alma.
Las casualidades en qué bolsillo se guardan.
Pasajeros en la vía muerta perdieron su tren,
El presente se escapa tan rápido que no lo ves.

No soy una turista en esta ciudad,
no soy veleta.
Soy mirada, fuego, calor
que se va pero se queda.
No soy una turista en esta ciudad,
no soy veleta.
Soy mirada, fuego, calor
que se va pero se queda.

Mi calor contigo se queda,
mi calor.

Amparo Sánchez. Turista accidental

Amanece en Plaza Garibaldi

El vals del adiós

Siempre estamos diciendo adiós

Hay canciones que te buscan cuando estás triste para poner la banda sonora a un ataque de melancolía. Y hay lugares desde los que decir adiós porque, de alguna manera, siempre nos estamos yendo…

La canción bien podría ser El vals del adiós de Rulo y la Contrabanda que canta a duo con Enrique Bunbury. Tiene toques de vals y de canción fronteriza, con el punto de melancolía que requiere el adiós que se pronuncia con dolor y arrepentimiento desde la primera letra.

Una despedida, tal vez una huída, un canto de añoranza de lo que fue y de lo que no será, un grito lanzado mientras amanece en Plaza Garibaldi en México, un lugar poblado por mariachis donde jurar amor eterno o buscar corazones rotos. El lugar del recuerdo y del olvido.

Es el cruce de caminos en el que cada uno lee un libro distinto: los enamorados buscan serenatas para declarar su amor, los turistas sueñan con experiencias únicas que contar a su vuelta del viaje y los antropólogos ven a músicos barrigudos, trabajadores no asalariados, que flotan en la precariedad laboral asidos a canciones que hablan de noches de pasión, narraciones del desamor y la derrota.

México para abrazarse al tequila y «aceptar la derrota como costumbre» mientras seguimos el camino buscando otra canción en la que ser feliz.

Me voy pero no llores, tú no estés triste.

Me largo porque no soy tu mejor opción.

Prefiero no ver tus ojos al despedirme.

Ya seré feliz en otra canción.

Huir fue mi costumbre cuando no hay tormenta…

mi traje de cobarde me sienta bien.

Qué pronto se me hizo tarde, pido la cuenta.

Dos besos de propina y hasta otra vez.

Y brindo por esas noches, donde todo era alegría.

Esa mezcla de sonrisas y rock and roll…

Esas tardes de verano apurándonos los cuerpos…

Valía más el bar de abajo que todo Nueva York.

Me voy cantando el vals del adiós…

Me voy cantando el vals del adiós…

Acepto la derrota, como costumbre.

Asumo tu destierro por solución.

Ya no arde la madera, no queda lumbre.

Cenizas de un pasado que ya pasó.

Y me he abrazado fuerte a mi tequila,

contándole las cosas que nunca haremos…

en Plaza Garibaldi se hace de día…

y yo en mitad gritando: te echo de menos.

Y brindo por esas noches, donde todo era alegría.

Esa mezcla de sonrisas y rock and roll…

Esas tardes de verano apurándonos los cuerpos…

Valía más el bar de abajo que todo Nueva York.

Me voy cantando el vals del adiós…

Me voy cantando el vals del adiós…

Me voy cantando el vals del adiós…

Me voy cantando el vals del adiós…