Lo que hice mientras te esperaba

La vida es lo que te sucede mientras estás ocupado haciendo otros planes

John Lennon

Tiempo de espera en el aeropuerto

Tiempo de espera en el aeropuerto

Vivimos la vida como un eterno momento de espera. Siempre estamos esperando que suceda algo, que venga alguien. Las estaciones y aeropuertos con sus besos de despedida y bienvenida, sus adioses y encuentros, son la metáfora de esa eterna espera que es la vida. Huyendo del tiempo vacío, que pone a prueba el interés y la paciencia, recurrimos a «amortiguadores»: libros, revistas, móvil y tiendas mil que son una tentación para el consumo.

El smartphone con su capacidad de multitarea y acceso a redes sociales ha dado movilidad a nuestro lugar de trabajo y ha ampliado la dimensión social del libro porque, al poder compartir información en tiempo real con gente que está lejos, tenemos la sensación de estar menos solos.

Cada vez vivimos más en estos espacios transitorios y por eso brotan a cada paso los «servicios de amortiguación»: perfumerías, tiendas de ropa, restaurantes, gastrobares, cines, spas, capillas…

Pero si no quieres consumir y tienes los ojos fritos de tanto ordenador, puedes dedicar tu tiempo de espera a la observación de lo que te rodea, como ha hecho Sole Parody con este video. Si dejamos volar la imaginación podremos inventar historias sobre la gente que fluye como un rio desordenado. Solo necesitaremos unos minutos de atención para convertir el aeropuerto en un plató y transformar a los pasajeros en los personajes de un relato construido a base de nuestros referentes literarios y cinematográficos: la mujer atractiva, el marido, el hijo responsable, la niña que no deja de juguetear, el novio, la amante calculadora, el amigo cómplice… Los que tienen por costumbre dormirse en el tiempo de espera quedarán reducidos a simples extras, elementos de ambientación de nuestro relato.

Tú que vuelves de pasar el fin de semana fuera de casa, que mañana cogerás el metro para ir al trabajo, levanta la cabeza del móvil, observa e imagina qué historia esconde cada uno de los pasajeros, incluído tú. ¿Te atreves?

 

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Viajes a nuestro paisaje cotidiano

La primera visita al museo

Para viajar no hace falta distancia, sólo se necesita mantener viva la curiosidad con la que descubrir los tesoros que se esconden en nuestro paisaje cercano. Cambiar la mirada para convertir lo cotidiano en objeto de conocimiento. Buscamos paraísos lejanos  y la cercanía se convierte en enemiga del conocimiento de lo que nos rodea, tal vez pensamos que estará ahí siempre. Ya habrá tiempo pensamos, está tan cerca que cualquier día… en un momento organizamos una visita. Y así los ciudadanos de las antípodas saben más de nosotros que nosotros mismos que andamos recorriendo el barrio rojo de Amsterdam o el edificio Chrysler de Nueva York solo porque lo hemos visto miles de veces en las películas.

¿Por qué no convertirnos en viajeros de nuestra propia ciudad?. Quizás la industria turística descubra algún día que el ciudadano es un cliente en potencia si sabe provocarle la curiosidad. Tal vez un día ese ciudadano devuelva su conocimiento convirtiéndose en anfitrión de la ciudad que recorre a diario y que ha visto evolucionar a golpes de vida. Un turista no sujeto a estacionalidad que se forma a lo largo de todo el año, aprende a querer su tierra y lo transmite al visitante. Descubrir, aprender y compartir. No está mal… ¿No crees?

La Anunciación de Murillo vista por una artista de cuatro años

¿Cuánto tiempo hace que no visitas los museos de tu ciudad?. ¿Conoces la historia que se esconde detrás del nombre de sus calles?. ¿Has paladeado su gastronomía disfrutando sin tiempo de sus terrazas?. ¿Sabes de dónde proceden las plantas de sus parques?. ¿Has visto aquel monumento que se reproduce en las postales desde otra perspectiva?. ¿Has probado a descubrir tu ciudad a través de los ojos de un niño, recordando tus propios descubrimientos mientras observas su cara de admiración ante las historias que le cuentas? ¿Te has atrevido a pasar una noche en ese hotel temático que miras con curiosidad cuando vas acelerado al trabajo?. ¿Por qué no ir a un espectáculo para turistas? Quizás, para tí, el espectáculo está en observar a los otros y aprender qué les interesa de nosotros, qué quieren conocer y qué cara les vendemos.

No quiero hablar de crisis, pero si lo hiciera recordaría que muchas de estas actividades son gratuitas, solo requieren curiosidad y creatividad. Cambiamos la mirada y abiertos a la observación y la creatividad, cargados con nuestra cámara o simplemente el móvil  ya estamos preparados para recoger esos instantes, porque en vacaciones somos más guapos. Cuando perdemos el rictus del estrés es el momento de hacernos fotografías en los rincones favoritos de la ciudad, grabar el sonido de las fuentes o el bullicio de la gente. Un sencillo montaje y una música de fondo y tal vez tengas un video de tus vacaciones tan emotivo como el que ha realizado el periodista multimedia Richard Koci Hernández sobre los días de vacaciones con su familia.

O quizás no necesites cámaras y prefieras retenerlo en tu memoria porque los buenos momentos se quedan grabados en la pupila de la piel.

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